El protagonista de esta historia quizás no sea tan conocido como Leo Messi, ni tan conocido como Bill Gates, o como Matt Damon; el protagonista de esta historia se llama Ali Jux y podría ser considerado como una persona normal y corriente, salvo por los hechos que se van a narrar a continuación, que lo elevarían a la categoría de héroe, aunque su destino y su verdadero anhelo será permanecer en el anonimato, como así lo han hecho tantos y tantos verdaderos héroes a lo largo de la historia.

Nuestra historia se remonta a principios del siglo pasado, en una aldea de un país lejano cuyo nombre no consigo recordar, pero que tú estimado lector, podrías situar en la localización geográfica que estimes más oportuno.

Todo comenzó una noche de otoño en la que se desató una fuerte tormenta, en la que la intensidad de precipitación se incrementaba con el paso de las horas, lo cual tuvo su respuesta directa en la subida de los niveles de agua del río que bordeaba perimetralmente la aldea donde vivía Ali Jux.

El agua no tardó en alcanzar las viviendas de las familias que residían en aquel lugar. A pesar de que los habitantes del lugar no habían conseguido ponerse de acuerdo a la hora de establecer un plan de evacuación ante situaciones de inundación, como la que se estaba presentando, nuestro protagonista sí que tenía en mente los sabios consejos que a lo largo de su infancia había escuchado de los labios del padre de su madre. Así que fue el primero en dar la voz de alarma y en comenzar a movilizar a los habitantes del lugar.

¡Ha llegado la inundación, vamos suban a la colina! ¡Suban a la colina! ¡Suban a la colina! Gritaba una y otra vez Ali Jux, a la misma vez que se desplazaba de un punto a otro de la aldea. Rápidamente las distintas familias se pusieron en marcha, sin detenerse ni un minuto para poner a salvo sus enseres, pero sí ayudando a niños y a ancianos, y fueron abandonando sus hogares y dirigiéndose a la zona alta más próxima, que no era otra que la colina que había sugerido nuestro protagonista.

Afortunadamente, durante esta fase de la inundación, los habitantes de la aldea, tras escuchar los gritos de alerta, pusieron en práctica un lema que a lo largo de los siglos siempre repetían las personas más longevas del lugar y que no era otro que, ante una situación de peligro “no dejar a nadie atrás”.

Sin embargo, ante la situación tan inesperada que estaban viviendo, de madrugada y con la premura con la que tuvieron que abandonar los hogares los habitantes del lugar, surgieron imprevistos, tal y como suele ocurrir en situaciones de esta naturaleza. Un par de niños se quedaron atrás, uno de ellos fue rescatado por el hermano mayor de Ali Jux, y el otro quedó atrapado en el interior de una de las viviendas. El pequeño fue astuto, se subió al tejado de la cabaña y desde allí gritaba auxilio una y otra vez. Al percatarse nuestro protagonista, no dudó ni un instante, tomó la canoa que se encontraba varada en el pequeño embarcadero, situado en un remanso del río, y se dirigió junto con su hermano mayor a rescatar al segundo niño.

Al amanecer dejaron de vislumbrarse nubarrones en el horizonte, el nivel de las aguas comenzó a descender y todos los habitantes de la aldea se encontraban en buen estado de salud, así que reanudaron la marcha colina abajo en dirección a sus hogares, porque había concluido la primera fase de la inundación, es decir, la fase de protección y ahora tenían que afrontar la segunda fase consistente en la recuperación.

No tardaron en plantearse que tenían que proceder a limpiar, secar y adecuar las viviendas para evitar el crecimiento de moho sobre las diferentes superficies. Las personas mayores del lugar habían aprendido de eventos anteriores que la exposición al moho puede provocar irritaciones respiratorias y enfermedades infecciosas en personas con antecedentes de dificultades respiratorias, especialmente niños y ancianos, que son más vulnerables.

Tras varios días de duros trabajos de limpieza y reconstrucción los habitantes del lugar comenzaron la vuelta a la normalidad. Pero ¿Qué estaba pasando con el protagonista de nuestra historia? Sí ¿Qué rondaba por la cabeza de Ali Jux?

Pues Ali Jux se estaba planteando, por una parte, que acababan de superar una situación de emergencia, ocasionada por una inundación, y que a pesar de disponer de pocos recursos y de no existir un plan de actuación ante este tipo de situaciones, las cosas habían salido bien, ya que ninguna persona había resultado herida y sólo había que lamentar pérdidas materiales. Pero por otra parte, se planteaba que este evento podría volver a repetirse, antes o después, y lo ideal sería estar preparado de antemano. Es decir, todo lo que se había hecho era necesario pero no suficiente, para alcanzar un mayor grado de seguridad.

Por lo tanto, había llegado el momento de la reflexión personal y también de la reflexión comunitaria. Así que Ali Jux tuvo la iniciativa de convocar a miembros de cada familia de la aldea para proponer soluciones que ayudaran a alcanzar un mayor nivel de seguridad ante sucesos de inundaciones similares al que acababan de vivir.

La primera acción que acordaron consistió en la vigilancia del nivel del río durante la estación de las lluvias. De esta forma, cada noche un par de personas realizarían un seguimiento de los niveles de agua en el río, de manera que si se alcanzaba un determinado umbral de alerta de nivel, se trasladaría el aviso a la población para abandonar los hogares y dirigirse a la colina.

La segunda acción consistió en la elección de un líder, que desempeñaría el papel del protagonista de nuestra historia, es decir, una persona que guiaría a los demás en lo que tendrían que hacer durante la inundación, para tener mayor sensación de control de la situación, sobre todo a la hora de adoptar las medidas necesarias para aumentar la seguridad, como por ejemplo dirigirse a zonas altas cercanas y no permanecer en zonas inundadas.

La tercera y última acción consistió en tomar conciencia de la importancia del trabajo en equipo durante la fase de recuperación. Por ejemplo, se planteó que era importante responder a las preguntas de los niños y de los adolescentes con honestidad y de forma ajustada a los acontecimientos que pudieran tener lugar, ya que reaccionan mejor cuando entienden lo que acaban de vivir. También se establecieron unas pautas para el adecuado comportamiento de los adultos durante la inundación y después de ella, ya que los niños y los adolescentes suelen imitar las conductas de los adultos.

Las siguientes generaciones (hijos y nietos de nuestro protagonista…) han continuado imitando las buenas prácticas que les transmitieron sus ancestros y también han aprendido nuevas formas de protegerse ante situaciones de inundaciones como por ejemplo: desconectar el suministro eléctrico, mantenerse informado sobre las predicciones meteorológicas e hidrológicas, no cruzar badenes inundables, abandonar el vehículo en caso de necesidad, dirigirse a las zonas altas más próximas y alejarse de aparatos en tensión.

Esta sencilla historia pone de manifiesto que efectivamente las inundaciones pueden azotar a personas vulnerables, pero también muestra que es posible actuar de manera que no se deje a nadie atrás, si se aprende de las experiencias ocurridas y si se escucha la sabiduría de las personas del lugar.